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Mostrando las entradas etiquetadas como antropología

LA LECCIÓN QUE APRENDÍ DE JUEGO DE TRONOS Y BERSERK

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  ATENCIÓN SPOILERS Juego de Tronos me marcó. Aún recuerdo allá por el verano de 2011, a punto de terminar la carrera, cuando entre cervezas en la terraza de un bar de Pamplona, amigos míos juzgaban escépticos en aquel primer Samsung Galaxy S la escena en que el rey Robert Baratheon visitaba Invernalia. Pues ya habían leído los tochos de libros de Canción de hielo y fuego , de George R. R. Martin, y el anuncio de la serie meses antes levantaba expectativas. No sería hasta dos años después cuando me decidí a empezar a ver la serie, hasta las tres temporadas hasta entonces emitidas. Fue tal el grato choque que, terminada la tercera temporada, no podía esperar otro año hasta la emisión de la cuarta, así que me recorrí las bibliotecas de mi ciudad para poder reservar el libro que seguía a la temporada vista. Si bien es cierto que ya asociaba a los personajes con los actores, muchos otros aparecían y los detalles de cada uno, las descripciones de los lugares, acciones y entornos eran tal

DesNortados

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No hay impulso más grande para actuar sin filtros de ningún tipo que el hambre y la desesperación. El mundo está hoy mejor que antes gracias a la tecnología e innovación, pero 800 millones de personas siguen pasando hambre. Ir allí donde hay más oportunidades de trabajo y bienestar, lejos del infierno donde se vive, ha sido y seguirá siendo un dogma de supervivencia dentro de las migraciones humanas. En el mundo actual, no hay comparación con la libertad y el nivel de vida que ofrece Occidente, y por eso es un objetivo para la mayoría de inmigrantes, especialmente africanos hacia Europa, y latinoamericanos a EEUU y Canadá debido a sus respectivas cercanías geográficas. Japón queda lejos, y aún más Australia. La comodidad y las altas expectativas de vida en estos países occidentales, sumado a una mejor educación y derechos humanos, han hecho que el desarrollo individual se anteponga a un proyecto familiar a largo plazo. En otras palabras, en las sociedades desarrolladas , ha habido

Breve origen de nuestra devoción por los diamantes

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  Valoramos más lo que nos gusta cuando es escaso o está apunto de serlo. Desde una amante que decide irse, el agua durante el verano mediterráneo, ahora el gas… En la jerga económica, se dice que ‘tienen valor los activos que son realmente escasos’. Séase el bitcoin, el oro, los diamantes... Espere un momento, ¿los diamantes? Hasta el siglo XIX, en efecto, eran una rareza sólo digna para nobles y reyes. Todo eso cambió en 1870, cuando se descubrieron abundantes minas de diamantes en Sudáfrica y ello hizo explosionar la oferta, por lo que se volvieron más baratos de comprar. Al menos así fue al principio, ya que para controlar la oferta y evitar que algo de repente no tan escaso se devaluara en el mercado (ya sabéis, lo abundante no mola), el 90% de la extracción y distribución mundial de diamantes quedó bajo el monopolio de un pequeño grupo de empresarios a principios del siglo XX (De Beers). Además de controlar la oferta para evitar que los precios cayeran, también invirtieron en a

Iguales y distintos: Lecciones que podemos extraer de la biología y ciencias sociales

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  Pese a las diferencias que apreciamos entre personas, lo cierto es que genéticamente son imperceptibles. De hecho, la especie humana es de las pocas de mamíferos que no cuenta con ‘razas’ en término estricto. Para que os hagáis una idea, un simple grupo de chimpancés presenta mucha más variedad genética que los casi ocho mil millones de seres humanos que habitamos hoy. Parece que la prueba reside en la escasa diversidad genética en los ‘microsatélites’ (segmentos cortos y repetitivos de ADN) entre los diferentes pueblos de la Tierra, lo que sugiere que en algún momento durante los últimos 100.000 años la población humana atravesó un cuello de botella evolutivo donde toda la población mundial podría haber quedado limitada a tan sólo 2.000 individuos en África. A partir de esos reductos, con evidentes similitudes genéticas, se habría multiplicado el resto de la especie humana. Las primeras migraciones fuera de África de Homo sapiens se estiman hace 70.000 años ( estudio ). Vamos, que

¿Libertad, insumisión o hambre de verdad?

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  ¿Por qué si hay una sola verdad no vamos todos a buscarla? Es más, y aprovecho para parafrasear al gran Antonio Escohotado, si la verdad se impone sola y solo la mentira requiere un esfuerzo constante para existir, ¿por qué cuesta tanto encontrarla? ¿Es por miedo? ¿Es porque es ofensiva? ¿Es porque exige renunciar a parte de nuestras creencias para reconocerla? Sea como sea, una vez la tenemos nos hace libres, y esa, la libertad, es un alto precio que debemos pagar: renunciar a creencias que forman parte de nuestro ser, rebajar nuestro orgullo a un nivel de humildad no siempre asumible para muchos, enemistad con allegados y seres queridos, y todo un cóctel de desafíos y esfuerzos personales que de primeras puede provocar auténtico terror. La recompensa, finalmente, es una versión actualizada de nosotros mismos más sabia, más libre, pero quizá más solitaria. Pero, si la gente es racional, deberíamos esperar que actualicen entonces sus creencias cuando se enfrentan a nueva informació