Cobertura vegetal y rotaciones para una agricultura en obligada expansión
La agricultura actual se enfrenta al desafío de aumentar la producción ante una demanda creciente, y haciéndolo evitando que haya un sobrecoste ambiental no asumible para las generaciones futuras. Por definición la agricultura no es sostenible, pero podemos utilizar el conocimiento acumulado durante siglos, y la ciencia y tecnología para mitigar los efectos negativos de su impacto. Una de las aproximaciones más prometedoras para mejorar esa ‘sostenibilidad’ es promoviendo la biodiversidad de los campos agrícolas, tanto de cultivos como de microorganismos del suelo.
Para ello necesitamos de las rotaciones. Son necesarias para diversificar los herbicidas y evitar así cepas resistentes que mengüen la productividad de los cultivos. Una estrategia es alternar cultivos de ‘hoja ancha’ y ‘hierbas, ya que se emplean herbicidas diferentes. Por otro lado, rotando se puede aprovechar las características de los diferentes cultivos para favorecer el asentamiento y producción de los que les sucedan. Por ejemplo:
Oleaginosas (p. ej., girasol o colza), cuyas raíces son ‘pivotantes’, es decir, que profundizan en el suelo y lo ‘labran’, mejorando así su estructura.
Cereales (trigo, cebada, avena), que son más exigentes en recursos, pero actualmente las variedades son de alto rendimiento. Se aprovechan del enriquecimiento en materia orgánica del girasol o colza, y el agua no suele ser un problema.
Leguminosas (guisante, soja), que enriquecen el suelo en nitrógeno, el elemento más importante para las plantas después del agua.
Si la región no tiene estrés hídrico, cultivar a continuación maíz es una buena opción. El suelo ha quedado enriquecido en nitrógeno y materia orgánica de las cosechas anteriores.
Encuentren al disidente |
Trío rotacional de girasol, maíz y guisante (ya
cosechado) a las afueras de Gatersleben, Alemania.
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