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Mostrando entradas de diciembre, 2017

A hombros de gigantes (peludos)

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  Aunque ya escribí un artículo sobre evolución, me gustaría ahondar un poco en la concreta evolución del ser humano. Saber quiénes somos, al menos a mí, me exige saber quiénes éramos. Como ya dije en su día y querría recalcar, el hábito no cambia la genética . Una jirafa no tiene el cuello largo porque habituara a estirar el cuello para llegar a las ramas más altas. Solo las mutaciones fortuitas que aportan una ventaja competitiva sobre los demás individuos y, además, pueden transmitirse, son las que se imponen y cambia la genética de la especie. En el caso de la jirafa, aquella cuya mutación le hizo tener el cuello más alto, pudo acceder a más comida, alimentarse mejor respecto de sus competidoras y, en último término, reproducirse mejor y transmitir dicha mutación. Y en el ser humano, ¿qué paso? Permitidme empezar por el principio: La Tierra nunca deja de moverse durante mucho tiempo. Hace unos seis millones de años, un amplio canal separaba el norte del sur de América, permit