Urbanismo sostenible utópico frente a las Neoplasias actuales

 Kalundborg Symbiosis, en Dinamarca, es un paradigma de parque industrial sostenible. Ahí conviven siete compañías e instalaciones municipales conectadas entre sí, de manera que los residuos y subproductos de una se venden como materia prima a otro, lo que genera beneficios, reduce los vertidos, ahorra gastos y reduce daños ambientales. Por ejemplo, las aguas residuales de la refinería de petróleo fluyen hacia la central eléctrica, donde se aprovechan para estabilizar las cenizas generadas por la combustión del carbón. La refinería también envía vapor residual a la empresa Novo Nordisk, que se vale de su calor para producir la mitad del aporte mundial de insulina mediante bacterias y levaduras.

Sin duda, el parque se asemeja a un organismo industrial vivo que ha crecido económicamente con emisiones casi nulas. Sin embargo, ¿puede replicarse este modelo en ciudades? Sí y no. Sí, si se diseñaran ciudades inteligentes. Un buen punto de partida sería contar con datos procedentes de amplias redes de sensores y algoritmos para adquirir más información y poder tomar decisiones: seguimiento detallado del consumo de electricidad, gas natural y agua en cada momento, detectores de tráfico, controladores de la calidad del aire, fugas, etc. en tiempo real. La inversión en I+D también debe hacerse de forma inteligente desde un punto de vista social, y deberán combinarse con planes políticos a todos los niveles del gobierno. Vale, esto último suena a chiste en España, disculpad.

Algo preliminar podría ser ir mitigando el impacto causado por el transporte usando combustibles limpios, potenciar la compra de vehículos más eficientes, acortar la distancia y duración de los trayectos, aumentar el nº de pasajeros. Si las personas viven cerca de su lugar de trabajo, pueden acudir a él caminando o en bicicleta. Los estudios demuestran que los carriles bici entre edificios conllevan a un aumento notable del nº de usuarios. En mi caso, aquí en la Mancomunidad de Pamplona, ir en bici de Zizur a Ansoain para visitar a mi abuela es ejercicio de alto riesgo.

O, ¿qué hay de compartir coches y trayectos? En promedio, los coches permanecen en reposo el 96% del tiempo. “Tu” coche podría dejarte en el trabajo a la mañana y, luego, en lugar de permanecer en un aparcamiento, llevar a algún otro miembro de tu familia, vecindario o de tu comunidad en las redes sociales. Si al hábito de compartir coches se sumase el de compartir trayectos, una ciudad podría arreglárselas con el 20% de los vehículos que circulan hoy.

Volviendo a lo del principio y ya para concluir, un parque industrial es flexible, pues cuenta con escasos inquilinos y gestores. Pero en una ciudad conviven multitud de personas y organizaciones con demasiadas opiniones, mala ostia y que cada día toman decisiones independientes sobre energía, agua y residuos. Integrarlas requiere un giro cultural hacia la cooperación impulsado por la tecnología. De momento, no es posible salvo contadísimos ejemplos como el de Kalundborg. El uso del adjetivo “inteligente” implica tachar de estúpidas a las ciudades actuales.


 

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