Por un puñado de likes, murieron sin las neuronas puestas

 Hoy, por desgracia, nuestra vida se reduce a un montón de clics. Estamos apostando todo a una carta, Internet.

Al principio guardábamos fotocopias, resguardo de alguna multa, certificados varios, etc. Lo que vienen siendo copias digitales de todas nuestras acciones. Luego, fuimos vendiendo nuestra información, gustos y hobbies a través de Facebook, Instagram o Twitter (por poner los más populares), y por supuesto dónde hemos estado, con quién, y qué hemos hecho, tanto en Internet como en el mundo real. Ahora estamos en un punto en que nos conoce mejor que nuestra madre, pareja o amigos más íntimos. Sabe lo que buscamos, lo que queremos y deseamos, hasta lo más perverso de nuestro ser, y nos lo ofrece aunque no lo necesitemos antes de darnos cuenta. En un futuro, nada le impediría actuar en representación nuestra a partir de todos los conocimientos y normas aprendidas. Hablo, obviamente, de la inteligencia artificial.

Según una investigación llevada a cabo entre más de 350 científicos especializados en el campo de la inteligencia artificial, esta superará las capacidades del cerebro humano en cualquier actividad dentro de 40 años. Además, en unos 120 años puede que todas las profesiones hayan pasado a estar completamente automatizadas. En cuanto a la inteligencia emocional, en cambio, la mayoría de los entrevistados se negó a especular sobre el tema. Puede sonar reconfortador esto último, pero nada más lejos de la realidad. “Algo” hiper-inteligente y carente de emociones solo puede guiarse por lo que sea pragmático y útil, y ya sabemos a qué conlleva eso.

Debemos ser conscientes de que ninguna sociedad ha tenido que enfrentarse a algo así antes. No hay manual previo, aunque sí estamos viendo cómo poco a poco avanza. Lejos de anticiparnos y proponer medidas, cada vez nos va superando más y más y, como especie inteligente que somos, sólo veo a mi alrededor mayor aislamiento social y atrofiamiento. También me incluyo. Unos minutos en Instagram y Twitter me rezuma vanidad y odio a raudales. 

Según un reciente estudio publicado por la Royal Society of Public Health, las redes sociales son ahora más adictivas que los cigarrillos y el alcohol. Si bien puede parecer un pequeño vicio en comparación con los anteriores, las redes sociales nos hacen perder el contacto con la realidad y nuestra vida social real. En el susodicho estudio, Instagram tiene la peor nota por su capacidad para generar ansiedad entre los jóvenes

La mayor revolución del futuro será el control de datos de Internet. Sin lugar a dudas los que tengan mayor conocimiento informático tendrán más poder sobre los que no lo tienen. La mayoría usamos redes sociales para hacer morritos en un baño o mostrar nuestros abdominales previo filtro, y ya con eso un pirata tiene suficiente para que sepa con quién y a dónde vamos. Pueden saber qué estamos pensando, dónde hemos estado, si hemos sido infieles, etc., sin que nosotros sepamos absolutamente nada del que nos está espiando, pues está blindado tras el muro del anonimato. Y eso, le da un gran poder sobre el resto. Ese desequilibrio de poder es inmenso porque ahora nos pueden manipular, amenazar o chantajear, alterar nuestro comportamiento, anticiparse a todas nuestras decisiones y, hagamos lo que hagamos, siempre estaremos un paso por detrás porque no sabremos quién es. De momento no hay inteligencias artificiales que hagan eso, pero sí seres humanos, piratas, con los que poder “ir entrenando” y darnos cuenta de una vez que Internet no es un juguete. Ya hay drones armados con motosierras y pistolas. Y no es más alarmante por la facilidad con la que se pueden hackear, que también, sino por utilizar internet (GPS) para eliminar a la distancia de miles de kilómetros un objetivo. Lo que viene siendo un ataque de precisión con cero bajas para el atacante. De hecho, lo hemos visto recientemente en el ataque a distancia de EEUU que eliminó al militar más poderoso de Irán, Qasem Soleimani. A día de hoy, por cierto, EEUU no se ha pronunciado sobre la legalidad del uso de este tipo de dispositivo en las cercanías de un aeropuerto internacional o los peligros que pudo representar para el tráfico aéreo en la zona. Y es que, como he dicho antes, quien esté a la vanguardia en tecnología informática estará siempre un paso por delante, y dicho sea de paso con su mayor poder menos explicación tendrá que dar a los demás.

Amazon, Twitter, Facebook, etc. se gastan millones en seguridad. Nuestros ordenadores usan esos programas y algo de seguridad tienen, pero no es nada si un hacker se propone a robar nuestra identidad. Y no lo es porque la webcam que porta nuestros ordenadores es en su mayoría de un fabricante chino, el cual tiene que tener un precio muy barato si quiere vender. El margen de beneficio es muy pequeño y por eso no puede gastarse nada en seguridad. De ahí, que el internet de las cosas sea muy peligroso. Consejo, cambiad la contraseña que viene por defecto en vuestros rúters y, para mayor seguridad tapad las webcams desde las que se puede acceder en remoto. No seremos el presidente de Estados Unidos, pero es un buen ejercicio de prevención.

Lectura de interés sobre la adicción a las redes sociales aquí.

Debate sobre IA aquí.

 

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